miércoles, 29 de enero de 2014

SAN MIGUEL EL ALTO: UNA TORRE PARA LUCHAR CONTRA EL DEMONIO

La recuperación de la torre de San Miguel se encuadra dentro de un programa de rehabilitación promovido por el Consorcio de la ciudad de Toledo, organismo que también impulsó su divulgación a través de su línea de publicaciones: Los Monográficos del Consorcio.
La Torre de San Miguel el Alto se localiza en uno de los puntos más elevados de la ciudad, y totalmente exenta de la iglesia aunque a ella se le adosan algunas viviendas en las caras occidental y meridional.
La presencia de un arco de herradura dentro de la iglesia ha llevado a pensar a numerosos investigadores que se trata de una mezquita lo que vendría apoyado por la ubicación de la torre, interpretada como el alminar de la misma. Incluso hay estudiosos que afirman que se asienta sobre un edificio anterior, visigodo, basándose en la presencia de gran cantidad de piedras talladas cerca de la puerta.
La torre es de planta cuadrada, de 4,22 m de lado y una altura de 22,8 m por lo que guarda una relación más cercana al 1/5 que al 1/4 como ocurre en la mayoría de las torres mudéjares toledanas, haciendo de ésta la más esbelta de la ciudad. Esta relación se refiere al número de veces que se eleva la torre con respecto a uno de sus lados.
La fábrica se articula en tres cuerpos: un basamento inferior de sillería, un segundo tramo de mampostería encintada (típico aparejo del mudéjar toledano) y la parte superior en la que predomina el ladrillo ya sea formando arcos ciego de medio punto entrecruzados, arcos heptalobulados o arcos de herradura.



Destaca la presencia de una pequeñas columnitas de cerámica vidriada al exterior y huecas por dentro, denominadas maineles, que fueron repuestos por Regiones Devastadas tras la Guerra Civil Española.


Vista detalle de la torre con los maineles

Alzado de la torre

En el campanario todavía se conservaban cuatro campanas fechadas en 1510, 1617, 1832 y 1997. En las dos más antiguas la leyenda que aparece es bastante similar: CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO, DE TODO MAL, (ME DEFIENDA), ESTA CAMPANA SE HIZO EN EL AÑO DE MIL QUINIENTOS DIEZ AÑOS, en la de 1510; y CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO ME DEFIENDA DE TODO MAL. 1617.

Inscripción de la campana de 1617
Coronando todo el conjunto encontramos la veleta de hierro que se compone de una cruz latina rematada en punta en tres de sus lados. La intersección se adorna con un círculo y en la parte inferior se representa al arcángel San Miguel matando al dragón. 

Veleta
Tanto el acceso a la torre, de reducidas dimensiones, como la subida interior siempre girando a la izquierda o el interior cubierto con bovedillas falsas por aproximación de hiladas, nos indican claras reminiscencias islámicas. También los elementos decorativos como los arquillos polilobulados ciegos apoyados en columnitas de cerámica vidriada, los arcos de herradura, los frisos de ladrillos “en esquinillas”.. pero quizá la elevada ornamentación en la torre es la que nos revela su adscripción claramente posterior aunque siguiendo con los prototipos iniciados y/o desarrollados en la arquitectura islámica.
En la torre de San Miguel se reúnen un compendio de símbolos religiosos que forman en conjunto toda una alegoría de la cristiandad.
Una vieja leyenda relata como el demonio intenta subir una montaña y es el arcángel San Miguel el que le impide llegar a la cima derrotándole y expulsándole al infierno.
La montaña representa el centro del mundo, es tradicionalmente donde Dios habita, sube a orar, habla y declara la identidad de Jesús. El símbolo de la montaña representa un movimiento “ascensional” y “vertical”, es un elevarse hacia lo alto, una invitación a subir. Por ello se considera el proceso de la vida espiritual como una ascensión de la persona hacia Cristo, vértice de la montaña. En el ámbito religioso cristiano es el símbolo del deseo de Dios, del Absoluto; y en todos los pueblos, en la montaña, se divisa la morada de la divinidad. En la Biblia se acentúa el carácter sagrado de la montaña y son en ellas, donde se ubican la mayoría de los acontecimientos relacionados con la salvación y las manifestaciones de Dios. El ejemplo más claro de la representación de la montaña en la arquitectura y su significación religiosa, aunque evidentemente no católica, son las pirámides, pero también lo son cualquier otra manera de simbolizar la altura.
s habitual situar los edificios dedicados al arcángel San Miguel en lugares altos, siendo uno de los ejempos más significativos el del Monte Saint-Michel en Francia, y aquí en España el santuario de San Miguel en el monte Aralar en Navarra. En el caso de Toledo no hay que olvidar que la torre, y con ella la iglesia de San Miguel, se localiza en uno de los sitios más elevados de la ciudad, y por supuesto también hay que tener presente el nombre con el que es conocida: San Miguel el Alto.


Mount Saint-Michel (Francia)

Es probable asimismo que esta simbología se haya querido representar en la torre de San Miguel cuando en su construcción no se mantiene la relación 1/4 tradicional en los alminares cordobeses, siendo ésta la única de la ciudad que guarda una relación 1/5, es decir la longitud de un lado de la base elevada cinco veces en altura, lo que le confiere una imagen esbelta y una sensación mayor de altura. Una torre alta es una llamada de atención para el que lo observa y en el ámbito religioso, la finalidad última es la de elevar al hombre de lo terrenal a lo celestial.
         Rematando, en la cúspide se coloca la veleta con la representación del arcángel San Miguel matando al dragón. Se simboliza así la cima de la montaña (la morada de Dios) y al dragón (personificación del demonio), que intenta subir por ella (representada por la torre); pero en la cima le espera el arcángel San Miguel, en su figura de vencedor de las fuerzas del mal encargadas por Lucifer, y le vence arrojándole a los abismos infernales.
         El mismo nombre del arcángel significa “Quién como Dios”. La iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles, y le llama “Príncipe de los espíritus celestiales” y “jefe o cabeza de la milicia celestial”, ya que aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio. Es por eso venerado como guardián de la Iglesia. Es pues, el símbolo del triunfo de la luz sobre las tinieblas.
Muy apropiadamente es representado en el arte como el ángel guerrero, poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo infernal, amenazándole con su espada, traspasándolo con su lanza, o presto para encadenarlo para siempre en el abismo del infierno. En este contexto, resultan llamativas las inscripciones de las campanas de la torre de San Miguel el Alto, fundamentalmente de las dos más antiguas: CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO ME DEFIENDA DE TODO MAL que más bien parecen gritos de guerra.
         A partir de aquí derivan en la Edad Media las imágenes del guerrero de alas brillantes con labrada armadura, al que no le falta la lanza con la que destruye al dragón, personificación del mal y símbolo del conjunto de los enemigos de la fe, vencido a sus pies. Se compara así, en muchas ocasiones a San Miguel con San Jorge. No hay duda de que las dos representaciones guardan un paralelismo que la iglesia medieval no hace sino alimentar.
         Pero esta narración tiene raíces más antiguas que las cristianas ya que existen multitud de semejanzas con antiguos mitos griegos y orientales en los que un héroe derrota a una serpiente, dragón o ser monstruoso para rescatar a una princesa o libra a un territorio o ciudad del mal.
         No es de extrañar, pues, que existiera una marcada predilección de los templarios por San Miguel como ángel, el de la espada, el de la Justicia Divina. San Miguel, en su lucha caballeresca contra los ángeles perversos, es el arquetipo del caballero y se concibe la caballería como una auténtica milicia terrena parangonable con la milicia celestial.





            

sábado, 25 de enero de 2014

ENVASES CERÁMICOS ESPECIALES: LOS UNGÜENTARIOS (LATE ROMAN UNGUENTARIA)


Corresponden a piezas de pequeño tamaño y, como nos dicen algunos autores, con una forma ahusada, es decir, en forma de huso. Su altura oscila alrededor de los 20 centímetros, y casi siempre presentan una anchura no superior a los cinco centímetros. El espesor de las mismas también oscila en torno al centímetro. Como nos cuenta J. Vizcaino, “… dentro de la denominación late Roman ungüentaria, se agrupan distintas producciones datadas entre los silgos V-VII que, a pesar de contar con características comunes como su morfología ahusada y su procedencia oriental, resultan ciertamente diversas.”. Actualmente se han identificado hasta tres tipos diferentes:

·         Early Byzantine ampulla

·         Ephesian early Byzantine ampulla

·         Ephesian early Byzantine amphoriskos

 En esta pequeña exposición no vamos a desarrollar ni a describir cada una de las tipologías, ya que sería tema para otro tipo de trabajo. Únicamente queremos con esta entrada, mostrar que estas piezas que hasta el día de hoy no se sabe verdaderamente si contenían esencias, perfumes o aceites especiales, también han ido apareciendo en el centro peninsular, lejos de la posible influencia bizantina y con cronologías amplias.
 

La mayoría de los ejemplares han sido localizados en el levante español, son significativos los estudiados en Cartagena durante las excavaciones del barrio bizantino que se asentó en el teatro romano. También destaca por la lejanía y por ser, por el momento el único recuperado en la Galaecia, el ejemplar de Lugo.
 

Ejemplares documentados en Cartagena. Catálogo Bizancio en Carthago Spartaria.

Ejemplares documentados en Cartagena. Catálogo Bizancio en Carthago Spartaria

Os mostramos cuatro ejemplares recuperados en la ciudad de Toledo, tres de ellos en los terrenos de la Vega Baja, y el cuarto en el casco histórico, cerca de la plaza de Zocodover. Cronológicamente, el más antiguo de ellos sería el recuperado recientemente en el casco histórico, ya que está asociado a unos niveles de destrucción de comienzos del S. V; mientras que los de la Vega Baja estaría encuadrados entre el S. VI o el VII. Que nosotros conozcamos hasta la fecha, son en total cuatro ejemplares diferentes identificados en Toledo, por lo que también esto implicaría una directa relación comercial del centro peninsular con el extremo oriente del Mediterráneo, incluso antes del establecimiento de Bizancio en el sur de la península Ibérica.
 
Parcela R-4, vivienda visigoda. En azul restos de ungüentarios, en rojo
conchas de Ostrea edulis y en amarillo, conchas de Potomidas littoralis.

Los ejemplares recuperados en Vega Baja podrían corresponder a las tipologías de “early byzantine ampulla”, que según J. Vizcaino son las producciones más comunes que se encuentran en Hispania. En general “… de forma homogénea, se trata de una producción caracterizada por una arcilla muy depurada, de matriz uniforme, bien calibrada, en la que los agregados, cuando son visibles, presentan un tamaño homogéneo. Encontramos una variada coloración en función cocción, que van desde las tonalidades rojizas a las grisáceas o incluso negras, con frecuencia alternas en pastas mixtas… Del mismo modo, los recipientes, de forma ahusada, se encuentran irregularmente engobados por inmersión, por lo general uniforme sólo hasta la mitad de su cuerpo, cayendo a partir de ésta toda una serie de goterones que pueden alcanzar la base”.
 
Ejemplar recuperado en la campaña 2009. Toletum Visigodo

De todos ellos, sólo uno presenta sello cerca de la base, en forma de cruz y que es el ejemplar correspondiente al identificado en la campaña del año 2009 cuando trabajaba en el yacimiento la empresa pública Toletum Visigodo, y conocido por las notas de prensa del momento. En cuanto a los otros dos, fueron recuperados en el año 2006, durante nuestros trabajos en las parcelas R-4 y R-6. Uno es una base en la que se aprecia perfectamente los goterones del engobe (R-6); mientras que el otro es un galbo, en donde también se aprecia perfectamente el chorreón del engobe. Este último ejemplar apareció muy cerca de la base con sello, ambos en la parcela R-4. La tonalidad de las pastas son rojizas, mientras que el engobe en uno de los casos es rosado y en el otro es ligeramente marrón.

 
                 

Ejemplares documentados en Vega Baja de Toledo, parcelas R-6 y R-4.

En ejemplar del casco histórico presenta una pasta más parda clara, y no parece tener ningún sello estampado ni restos de engobe. Se conserva una altura máxima de 10 cm., con una anchura de 5 cm. La pasta presenta gran cantidad de mica en su composición, por lo que efectivamente podría corresponder al primer tipo mencionado líneas arriba.
 

Ejemplares documentados en Cta. de los Portugueses (Toledo)

Para saber más del tema:

·         Jaime Vizcaíno Sánchez e Inmaculada Pérez Martín (2008): “Ungüentarios bizantinos con sello epigráfico en Carthago Spartaria”. Archivo Español de Arqueología, nº 81.

·         J. Vizcaíno Sánchez (2007): La presencia Bizantina en Hispania (S. VI-VII)… Antg. Crist. Murcia, XXIV

·         VV.AA (2005): Bizancio en Cartagho Spartaria. Aspectos de la vida cotidiana.